11 sep.- A la fecha, Quillacollo no sólo está cubierta con el manto de la densa humarada, sino también por las tinieblas de su porvenir.
Lo borroso y lo incierto de su futuro, principalmente, en lo referido a su desarrollo urbano, tiende a asegurar un contexto lóbrego y sombrío.
Las autoridades municipales de este municipio, con una asombrosa actitud sucumbieron en la simple ineficiencia e ineficacia, y se dejaron capturar incondicionalmente, por la contemplación y la inercia, por lo menos, en estos cuatro últimos años.
Antes de ese lapso, particularmente Héctor Cartagena Chacón, alcalde de este municipio, vociferaba en las calles y en los medios masivos, trabajar por Quillacollo, principalmente, con la construcción de tres mercados (uno en el norte, otro en el centro y el tercero en el sur), la peatonalización de la Plaza Bolívar, la creación de la empresa municipal del aseo, el funcionamiento de la universidad metropolitana del Valle Bajo, descentralización del sistema sanitario, construcción de un hospital de tercer nivel, etc. Pero, ninguno de ellos, aún encuentran visos de materialización, más bien, la decepción y la duda se impusieron en la población, por la nefasta gestión municipal.
Con seguridad, a este periodo se le recordará por alterar sustancialmente su inicial slogan: “Hechos y no palabras”, al que se empeñaron en invertirlo apresuradamente en: “palabras y no hechos”, y que se constituye en la característica de esta gestión.
Se aprobó un Plan de Desarrollo Integral al inicio de esta administración, y después de tres años, ni el personal técnico municipal, conoce a plenitud ese instrumento de desarrollo, y que concluirá su vigencia el siguiente año, es decir, ese plan que prometía ánimo y expectativa, quedará archivado otra vez, y con seguridad, las siguientes autoridades, harán lo propio.
Los fiscalizadores (concejales) que deambulan sin horizonte y los supervisores que cuentan con el mandato de observar el cumplimiento de tales procesos (Control Social, Comité Cívico, Juntas de Distrito y otros), se pavonean por las calles, zanganeando y errantes por doquier, remolcando su incapacidad, y extraviados en el incumpliendo de sus funciones y responsabilidades.
La humarada que vive Quillacollo, dificulta la visión a su población, y se la puede comparar a la situación que llevaron las autoridades de este municipio, es decir, vivir en la penumbra del desarrollo, en algunos casos notorios, asfixiada la esperanza y principalmente, con la infecunda pretensión de elogiar una administración, que actuó en la nebulosa edil: sin nitidez y sin transparencia.
Es en ese panorama, que la población quillacolleña, se apresta a conmemorar los CXIX años de su creación como provincia, es decir, que la actual neblina, evita, inclusive, una visión apropiada del presente, y el futuro prácticamente empañada.
Por: Johnny Fernández Rojas (periodista y gestor cultural)