La Rioja, ESPAÑA 31 ene.- En cualquier mercado de La Paz, en las mismas calles y en los pueblos bolivianos, los turistas se encuentran con mujeres que ofrecen saquitos de hojas de coca y elogian sus propiedades benéficas.
En Perú, para subir a Machu-Picchu, los guías aconsejan masticar la hoja o beber mate de coca para aguantar la ascensión y la presión de altura. Hace más de 3.000 años antes de Cristo, indígenas de Bolivia, Perú y Ecuador descubrieron sus efectos medicinales, que más tarde aprovecharon y extendieron los incas.
Un reportaje sobre la coca, publicada en el sitio digital La Rioja de España, anota que masticada o en infusión, la coca la toman agricultores y mineros, sobre todo-, la hoja de coca quita el hambre, combate la diabetes, favorece la digestión, es nutritiva y alivia el mal de altura al incrementar la absorción de oxígeno en la sangre.
Señala que la infusión de coca la tomaron personalidades como Juan Pablo II, la reina Sofía y el presidente Felipe González, al visitar las ciudades andinas para aliviar los efectos de la altura.
En Bolivia y Perú, el consumo de hoja es legal. El presidente boliviano, Evo Morales, lleva meses haciendo campaña para que la ONU despenalice el "acullicu" o "pijcheo" (masticado de coca en los idiomas aymara y quechua).
Afirma que el año pasado, Morales invitó a los miembros de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de Naciones Unidas a desplazarse a Bolivia para masticar la hoja de coca, porque así serán "más inteligentes y sanos".
En los foros internacionales, el líder de los productores cocaleros muestra la diferencia entre la hoja de coca y la cocaína, la misma, a su juicio, que existe en la uva y el alcohol o la amapola y heroína, plantas de la madre tierra convertidas en malditas porque las transforman, en el caso de la coca y la amapola, en drogas a través de complejos procesos químicos.
Este lunes, la Organización de las Naciones Unidas ((ONU) se pronunciará sobre si retira la hoja de coca de la lista de sustancias estupefacientes.
Los aymaras, con idioma propio, mantienen la tradición oral para dar a conocer su visión o cosmovisión del mundo a hijos y nietos. En las leyendas, la vida natural y el paisaje se entremezclan con la vida común, base de los conceptos de dualidad, complementariedad y reciprocidad, principios ordenadores del cosmos aymara. Sacralizan el medio natural y ordenan su tiempo según los ciclos naturales: año solar, clima o ciclo vital humano, lo que determinará su ciclo laboral-festivo. (ABI)