Sucre, BOLIVIA, 26 mar.- La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, elevó el viernes al grado de generala del Ejército de su país a la heroína boliviana Juana Azurduy de Padilla (1780-1867) durante un emotivo acto en la ciudad de Sucre (sudeste), capital de Bolivia, en el ámbito de la meteórica visita de Estado que desarrolla a este país andino amazónico, también para actualizar un acuerdo de integración energética.
Ante los despojos mortales de la heroína boliviana, Fernández entregó un sable, símbolo de empoderamiento de las armas argentinas, a su colega boliviano Evo Morales, en la histórica Casa de la Libertad, en Sucre, donde fue declarada en 1825 la independencia de Bolivia.
"Como Presidenta de los argentinos, permítanme también, como mujer y como militante política de toda la vida, es un gran honor estar hoy aquí, ante ella, ante sus restos (mortales), para imponerle y entregarle a usted, presidente compañero Morales del Estado Plurinacional de Bolivia, la espada de generala del Ejército argentino que se lo entrego con mucho honor y gloria para ella y para nuestros pueblos pero, por sobre todo, para una historia que siempre nos han escamoteado, que siempre han querido escondernos", dijo en medio de salvas de aplausos de los miembros de la Asamblea Plurinacional de Bolivia que sesionó extraordinariamente aquí.
Fernández, esposa de su predecesor presidente argentino, Néstor Kirchner, confesó que conoció a Juana Azurduy de Padilla por medio de su compatriota, la cantautora Mercedes Sosa, fallecida en octubre último, quien popularizó la lucha decimonónica de la heroína boliviana a través del arte el siglo XX por medio del arte.
"Mi querida amiga Mercedes, que con esa pasión mestiza también del norte argentino cantaba con sentimiento y con amor a Juana Azurduy", afirmó.
"En la historia verdadera y que popularizada en mi país por una gran artista que ya no está entre nosotros y que hubiera tenido que haber vivido este día de gloria y me hubiera acompañado aquí, seguramente, Mercedes Sosa cantaba a la Juana Azurduy", refrendó.
Por vía de un Decreto expedido por el gobierno de Fernández, Juana Azurduy, ascendida de forma póstuma a la cima de la tabla de honor de las armas argentinas, ocupa ya un espacio en la galería de la historia militar del país trasandino.
"Juana Azurduy, queridos congresistas tiene también un lugar en la Casa Rosada (sede del gobierno en Buenos Aires) que es el símbolo del poder político en la República Argentina", dijo.
La mandataria argentina llevó a Azurduy al mismo plano de las personalidades argentinas históricas, retratadas en las Mujeres del Bicentenario, de la revolución independentista en Argentina, de principios del siglo XIX, junto a la ex presidenta argentina de mediados del siglo XX; Eva Perón, y las combativas Madres de Plaza de Mayo, que opusieron tenaz resistencia a la dictadura militar impuesta en el vecino país en la década de los 70.
"Y así, entre mujeres insignes argentinas, artistas populares, escritoras, nuestra mujer del Bicentenario, Eva Perón, junto a la Madres de Plaza de Mayo, también está el retrato de ella, la Juana, con su uniforme y su espada cruzada sobre su pecho", proclamó.
Se trata de un exclusivo club de la historia, de "viejas junto a modernas heroínas", apuntó.
Interrumpida en diversas ocasiones por el estruendo de los aplausos, Fernández destacó, en la misma corriente de luchas proindependentistas en América del Sur, el siglo XIX, al político devenido militar argentino Manuel Belgrano, cuyo aporte, al mando de un Ejército de las provincias altas, en el que se alineó Azurduy de Padilla, en 1813, resultó crucial para el éxito de las incursiones de los ejércitos del libertador de Argentina, José de San Martín.
"Otro héroe de nuestra patria que tal vez no tiene tanto cartel como otros en América Latina y sin el cual hubiera sido imposible la independencia y liberación de la América del Sur, fue el general Manuel Belgrano. No era un militar, era un político que se hizo militar para liberar a la patria y defendió todo el norte argentino impidiendo que el ejército del liberador, general José de San Martín, fuera atacado por la retaguardia" por las fuerzas reales de España, describió.
Fernández exaltó, asimismo, la figura señera del indígena Tupac Amaru, Gabriel Condorcanqui, en Perú, entonces sede del Virreinato de Lima, y también alzado contra el poder de Madrid.
Por último, la Presidenta de Argentina llamó a galvanizar la segunda liberación, por canales democráticos institucionales, de América Latina.
Pidió, entonces, potenciar, la "libertad de que cada pueblo, cada sociedad de esta América del Sur pueda elegir, en elecciones libres, democráticas, populares, universales y sin proscripciones, a sus legítimos representantes". (ABI)