El Alto, 15 oct.- En el recreo familiar “Sombra Vengadora” se exhibe una gran colección de objetos relacionados al mundo luchístico, con una gran cantidad de artículos entre máscaras originales, tazas, capas, estatuillas, cabelleras, butacas, trofeos, cinturones, fotografías, llaveros, alcancías, historietas, luchadores de plástico en diferentes poses y tamaños, los diferentes tipos de revistas especializadas al deporte del catchascan.
Juan Mendoza (Sombra Vengadora) encargado del museo, explica que todas estas son piezas artesanales y únicas. “Artículos que se fueron coleccionando a lo largo de muchos años y hoy este sueño se hizo realidad”, agregó.
Las actividades de lucha libre en el país, se remontan a más de cien años de historia, los especialistas coinciden en señalar cuatro generaciones de catchascanistas: Los primeros peleadores que se presentaron ahí fueron de origen peruano como Oso Siberiano, Ángel Negro, Olson, Sansón y Muralla, que pesaban por encima de los 80 kilos; La segunda generación se caracterizó por la fundación de gimnasios modernos, convirtiéndose en el principal semillero de luchadores jóvenes, dotados de grandes músculos apropiados para este deporte de contacto; La tercera generación se catalogó como lucha libre profesional pues surgen pequeños coliseos privados para la competencia de los peleadores que a su vez, conforman agrupaciones con el propósito de realizar contratos en El Alto y 20 provincias del Departamento de La Paz. Destacan Halcón Dorado, Comando Zabala, Aquaman, Karateca, Perro Aguayo y Cobra, entre otros; La cuarta generación se distingue aún por la exitosa aparición de las cholitas luchadoras. Carmen Rosa, Julia, Remedios, Elizabeth, son algunas peleadoras que a trenzazos pudieron llegar al programa de Cristina Saralegui en la televisión de Estados Unidos. Cientos de reporteros realizaron documentales de las cholitas en diversos idiomas, estos, se transforman en espectáculos deportivos y como industria cultural, gracias a su transmisión en televisión con ídolos que permiten identidad, comicidad, cohesión social y popular.
Asimismo, un historiador rememora que los luchadores fueron paceños, iniciaban sus espectáculos en el “Luna Park”, coliseo improvisado para las presentaciones de boxeo, ubicado en la calle Ballivián, hoy edificio de la Renta. Era un terreno que tenía la forma de un bañador gigante, el ring fue levantado con troncos, cuerdas de construcción, machimbre y una simple lona para las caídas.
Sombra, encargado del museo recalca que “el hecho de que es el único en El Alto dedicado a la lucha libre lo hace más especial, porque sabemos que se hacen exposiciones, pero son temporales y este museo es permanente y además estamos trabajando en expandir la colección”.
El museo queda ubicado camino a Viacha, Avenida Periférica, Urbanización San Carlos, allí se encuentra el museo de la lucha libre boliviana, el primero y el único hasta el momento dedicado a este deporte tan arraigado en la cultura del país y Latinoamérica. En el mismo lugar se puede disfrutar de chicharrones, fritangas, fricases y bebidas al agrado del cliente.
Para Sombra, es un orgullo impulsor este proyecto, ya que a la lucha libre nada se le iguala, no hay ningún deporte del wrestling de cualquier lugar del mundo que se le asemeje ni que tenga esa magia que la lucha libre boliviana ofrece.
“Me siento muy afortunado porque amo la lucha libre y desde muy pequeño me llamó la atención las capas, las máscaras, los colores, el bien y el mal y ya como adulto vas a ver las luchas y te desestresas, te distraes y te olvidas de los problemas", concluye Sombra.
@luchalibrebol